Entrevista con Macarena


"Una pija no es todo lo que necesita una mujer"

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“Acabo de leer una carta muy linda pero está firmada por una mujer. ¿Te gustan las mujeres?” No tuve tiempo ni de sacarme la mochila, ni pensar qué decir. Le dije que sí, no lo pude negar, no lo quería negar tampoco. No tuve la posibilidad de pensar cómo se lo iba a decir.

Macarena tiene 21 años y a los 13, esa carta que encontró su mamá, la reveló. A partir de allí su vida se desarrolló como la de cualquier otra chica de su edad. Salvo, que a ella le gustaban las personas de su mismo sexo.

"Mi laburo fue más pensar sobre mí, cómo iba a llevar mi vida, cómo iba a conocer gente. Creía que recién a los veinte iba a conocer a alguien y que iba a ser muy difícil porque a mis amigas les gustaban los chicos…yo era la única..."






por María Maratea 



Soy lo que Soy 

Cuando uno tiene la suficiente fuerza interior como para decirse: yo me acepto y yo me quiero y mi familia también, a la hora de salir a la calle y que el mundo vea lo que soy, la manera de enfrentarlo es con mucha más fortaleza. Creo que eso es la base de todo.
Al principio fue difícil porque yo misma no me aceptaba, no me quería, no me sentía “normal”. Sentía por mí todo lo que puede sentir una persona que discrimina.  Pensaba: a mí me gustan las mujeres, a todas mis amigas les gustan los chicos, estoy enferma. ¿A quién le iba a decir? No conocía a nadie para hablar de ese tema. Fue bastante duro. Tenía momentos en los que me ponía muy triste y venía la excusa del “tengo sueño” y me iba a mi habitación, pero por dentro me rompía en pedazos. Me angustiaba el hecho de no saber qué hacer con eso, cómo manejarlo, cómo decirlo, cómo llevar toda una vida así. Lo veía muy dramático. Lo mío era solitario, no quería saber nada con nadie. Pero por suerte me sentí muy contenida por mis padres. A mi mamá en un principio le costó aceptarlo, pero siempre me mostró apoyo. Primero, lo catalogó como una confusión adolescente por la que todos pasamos alguna vez, que algunos llevan a cabo y otros no. Mi papá lo aceptó de una. Ellos están separados, él vive en España, le mandé la noticia por mail. Le dije que tenía una pareja mujer. “No hay problema”, me dijo. “Es lo que te hace feliz, ya está”. En realidad, el momento de decirlo nunca va a ser el momento adecuado pero psicológicamente tenés que estar fuerte. Uno por lo general exagera mucho en la actitud que van a tener los otros y a veces pasa lo contrario.
A los 14 me dije bueno ya está, soy lo que soy, lo que voy a ser, es lo que elegí y me hace feliz. No me voy a obligar a salir con chicos a ver qué me pasa, ¿para qué?,  si no me gustan. Para qué voy a comer torta de limón si no me gusta el limón.
Ahora estoy en pareja, ella tiene 22, pero no es un noviazgo donde somos todos conocidos con las familias,  mi mamá sabe que tengo una pareja y en la casa de ella también. Costó. Cuando yo la conocí los padres todavía no sabían qué le gustaba a ella, pero después se decidió y se los dijo. 



La fantasía de ver a dos mujeres teniendo sexo


Fue en la secundaria cuando la vi y fue ella quien me despertó ese sentimiento. No sé si me encantaba pero me gustó. No pasó nada, solo despertó eso. Yo ya había arrancado el año medio dudosa, ya me venían pasando cosas con las mujeres. Veía la tele y siempre eran lindas, no lindos, era Angelina Jolie, no Brad Pitt.
En segundo año tuve mi primer noviazgo, las dos teníamos la misma edad. Ella era más de esconderlo todo y a mí me molestaba mucho esconder. ¡Qué bronca! ¿Por qué tiene que ser así?  Estar rodeada de amigas, mi pareja va a ser siempre mi amiga, yo me voy a vivir con una amiga, me voy a casar con una amiga. Eso, para mí, en la adolescencia, fue lo más difícil. Estar en una ronda con amigas y escuchar “conocí a tal”, “yo también”,  “y vos, qué onda?” Y yo: nada. Me costaba opinar,  las chicas no hablan de mujeres, hablan de hombres. Había gente con la que podía hablarlo pero en el colegio aunque todos lo sabían era difícil. Y los chicos que son más inmaduros, en vez de preguntar, ¿che, todo bien con tu pareja?, me preguntaban cómo eran mis relaciones sexuales. Esa fantasía que tienen los hombres de ver dos mujeres juntas. No entienden que es una elección.
Cuando terminé esa relación me dije: yo quiero tener novia, no quiero tener novio. Uno se va haciendo fuerte a medida que va viviendo situaciones.



La comodidad de usar ropa de hombre


Con mi cuerpo me llevo bien, al principio usaba ropa más femenina. Ahora, y a medida que fui creciendo se me fue despertando el tema de usar ropa masculina, pero porque me siento más cómoda con ropa holgada. Para los quince usé pollera larga, pero nunca me sentí cómoda con esa ropa. El colegio al que iba era privado y usábamos uniforme pero no era con pollera, era con pantalón, aunque en esa época no tenía mucho problema, usaba ropa deportiva, solo los fines de semana era el tema y yo no era mucho de salir así que la ropa nunca me fue muy importante. Después, en cuarto, quinto año y ya en pareja empecé a crear mi propio estilo. No me gusta el corte de mujer, no me gusta la ropa de mujer, aunque en ciertos casos hay que vestirse así, como en las entrevistas de trabajo,  una tiene que tener dos o tres pilchas para esas ocasiones. Es raro, hoy tengo entrevistas y tengo que caminar de otra manera, ponerme aritos…



Soy una flaca, no un flaco


La prueba máxima fue la fiesta de graduación: fui de traje. Fui tan decidida con camisa, pantalón y corbata, pero no fue una imitación a hombre sino que fue con estilo de mujer, la corbata era finita. Todos entramos en fila al estadio de básquet y los padres en las tribunas,  mirando. Sí, esa fue la prueba máxima: saber que tenía la mirada de todos. Los profesores me saludaban y me decían “qué buena onda”, otros me miraban medio raro, porque a ese tipo de fiestas como a la de los 15 los hay que ir elegante: las chicas de vestidito y los chicos de traje.
Hay que estar muy segura para entrar a un negocio, que te digan “che flaco”, darte vuelta y decirle: “no, soy una flaca”. Eso lo vivo cotidianamente, si usás ropa de hombre, holgada, no te ven los pechos. A veces me dan ganas de corregirlos pero al final te acostumbrás. Lo corrijo cuando es necesario, si voy a comprar un caramelo y al kiosquero no lo voy a ver nunca mas no le digo nada, para qué. O entrás al baño de mujeres y te miran todos y cuando escuchan la voz femenina te miran raro. Vas por la calle de la mano con tu pareja y  pasa un tipo y te dice “me quiero meter en el medio mi amor”,  “ahí falta una buena pija”, o “a esa torta le faltan huevos”.  Con la ley de matrimonio igualitario por suerte se abrió el panorama, pero te miran, te vuelven a mirar, miran al compañero, vuelven a mirar…
Nunca entré a negocios de ropa de mujer, con amigas capaz, una que otra vez a comprarme una remera.  La verdad,  el corte de hombre me gusta más porque es más suelto, los talles de mujeres son chicos. Miro a los hombres y digo qué buena camisa, si  me llevás a caminar yo voy a ver casas de ropa de hombres, no de mujeres. No quiero imitar al hombre, nunca se me cruzó por la cabeza usar faja o sacarme los pechos, a mí la ropa masculina me gusta  porque me siento cómoda, pero sigo siendo una mujer, me depilo las piernas, las axilas...bueno, aunque hoy muchos tipos también lo hacen...


Hay otro tipo de placer que el hombre no conoce


El sexo homosexual entre mujeres es otra cosa, no todo se resume a la penetración. Tiene mucha diversidad, hay una amplia gama para llevar a la otra persona al placer, no se resume todo en ponerla, acabé y se terminó. No pasa por ahí. No hace falta penetrar. El de la mujer no es un sexo egoísta.
La figura del hombre está muy por arriba en el sexo. El pene no es lo que resume que una mujer pueda llegar al placer.  Hay muchas personas que sin tocarlas pueden llegar tranquilamente al disfrute, no pasa nada más que por tocar los genitales, obviamente que en un momento los vas a tocar, pero hay otro tipo de previa,  el  cuerpo…la mujer tiene curvas, tiene zonas que el hombre  no tiene. Vamos a disfrutarnos, y por más masculina que seas, por más que te pongas un cinturón, uses juguetes, no te vas a creer un hombre. Tampoco es te pongo los dedos y ya está, en la mujer pasa por otro lado. Disfrutar no es solo llegar. Aunque podés llegar veinte veces y podés tener el mejor sexo de tu vida, pero capaz que llegaste una vez y fue el mejor también. Acá el egoísmo queda de lado, somos dos iguales, sabemos que nos gusta en general lo mismo, lo vemos desde otro punto de vista, de otra manera. Dos mujeres se conocen bien, cuando a una le viene, la otra sabe que va a estar de mal humor, que le duelen los ovarios. Hay cosas en común. Las mujeres disfrutamos de otra manera, somos más pasionales, no pasa por el hecho nada más de hacer acabar a tu pareja. Es más sentimental, más susceptible y no se va a sentir cursi por decir te amo y esas cosas, compartís el romanticismo. Si tu pareja llegó te sentís igual de satisfecha.
Hay otro tipo de placer que el hombre no conoce. Muchos creen que el placer esta solo dentro de la vagina. Muchos hombres dicen que se es lesbiana porque no se probó una buena pija. Pero no hace falta siempre probar las cosas para saber si te gustan. No pasa por probar una buena o una mala pija. O dicen que una es lesbiana porque un tipo te cojió mal. No tiene nada que ver, no pasa por probar. Es una elección que va a dar un giro en tu vida en todos los sentidos. El machismo me molesta cuando se creen tan fuertes que aseguran que una es lesbiana porque no tuvo una buena experiencia con un tipo. Yo a los trece, sin haber probado nada, me di cuenta que me gustaban las mujeres. No es que hay que vivir algo en contra de los hombres.  No tienen nada que ver.  En la escuela me enseñaron que sexo se tiene entre un hombre y una mujer, a mí nadie me dijo que podía acostarme con alguien de mi mismo sexo. A mí me nació.

Entrevista realizada en julio de 2012, en el bar Sócrates de Pedro Goyena y Puán
Caballito. Ciudad de Buenos Aires


 Imagen:  Dos mujeres desnudas. Pablo Picasso. París, 1945
Aguada, pluma y raspador sobre piedra.