La característica de lo bello
Entrevista realizada en el año 2005
_________________________________________________________________________
“En el fondo creo que yo y otros como yo, estamos generando como interrupciones, como molestias, como trabas. Será una lucha larga pero no imposible”.
_________________________________________________________________________
por María Maratea
Lo conocí en el año 2002, en la apertura del Centro Cultural, que creamos junto a mi amigo y cineasta, fallecido en 2004, Nicolás Sarquís. Fue en esa inauguración, cuando ante la visita desde Francia del escritor Juan José Saer se nos ocurrió darle una sorpresa: Rodolfo Mederos y su bandoneón interpretando la música del film franco-argentino Las veredas de Saturno, de Hugo Santiago (1985), en la que, con guión de Saer, Mederos había sido ni más ni menos que el protagonista. Yo tenía que llamarlo y hacerle la propuesta. Estuve varios días antes de decidirme; suponía que sus obligaciones le impedirían aceptar. Sin embargo, no solo nos agradeció la ocurrencia, sino que fue y plasmó en esa interpretación un encuentro tan emotivo como inolvidable.
Bandoneonista, compositor y arreglador. Director y docente. Original y vanguardista. Su música abarca desde obras populares hasta sinfónicas. Es uno de los más reconocidos músicos argentinos por su calidad interpretativa y su trayectoria impecable. Horas antes de partir hacia la costa atlántica, a descansar, el ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires, me concede este tiempo.
Te vas al mar. ¿Cómo es tu mar?
¿Cómo
es mi mar? Muy agitado. A veces con calma, pero normalmente muy agitado, donde
el timón a veces hay que tomarlo muy firmemente porque no siempre las
corrientes lo llevan a uno donde uno quiere ir. Entonces, es un mar difícil de
transitar pero muy excitante, yo creo. Es un mar que no es difícil naufragar,
es un viaje lleno de riesgos y vicisitudes, bueno, bah, uno podría quedarse
tranquilo en una balsa cerca de la orilla, pero no sería un viaje eso, ¿no?
¿Sería igual la música?
No,
por supuesto que no.
¿Es necesario para vos, estar
en vicisitud, como en un borde, en un límite?
Para
mí, es inherente a mi vida, no imagino hacer las cosas de otra manera. De
manera que mi mar es a veces calmo y muchas veces tempestuoso, forcejeando con
el timón para ponerlo donde yo quiero llegar. A veces se llega de alguna manera
más óptima y otras veces cuesta más. A veces hace agua el barco.
¿Y ahí qué pasa?
Ahí
hay que tener mucha fe en esa embarcación, mucha capacidad de trabajo y a veces
pedir ayuda también. Otros marineros deberían estar involucrados en ese navío.
Uno no navega solo. Uno navega con afectos, desde los afectos primarios,
llamados mujer, hijo, perro, hasta amigos, socios, músicos. Uno navega en un Arca
de Noé. Esta sería el Arca de Mederos.
¿Cómo está poblada tu Arca?
No
sé si con muchos afectos, pero muy intensos. No sé si tantos, pero muy
profundos. Yo no quiero a mucha gente. Pero a la poca gente que quiero la
quiero mucho.
Selectivo.
Sí,
soy selectivo, pero selectivo natural. Medio darwiniano te diría. Soy selectivo
cuando escribo música, soy selectivo cuando como, cuando elijo mis palabras,
cuando elijo mis calcetines. Sí, soy selectivo. No me da lo mismo cualquier cosa. No tomo un café con
cualquiera y no me da lo mismo levantarme a una hora que a otra. Desarrollé una
gran capacidad de selección, equivocada o no. En algunos casos bastante
obsesiva, pero bueno…
¿Sos muy obsesivo?
Sí,
soy, sí, sí, soy.
¿Elegís desde el corazón?
Yo
creo que cabeza y corazón son una muy buena pareja.
¿Cómo se llevan tu cabeza y tu
corazón?
Son
un matrimonio muy bien avenido.
¿Cuál va primero?
No
es que dos meses después pienso lo que hago, pero primero es el animal, primero
es la percepción, el niño. Si no hubiese intuición, instinto, deseo, qué hago
con lo otro. Pero esa intuición, ese instinto, ese deseo, absolutamente deben
estar contenidos por una racionalidad, si no se pierde. Cuando decido escribir
un acorde y no otro, si bien ese acorde ha venido por una necesidad animal, en
seguida se enfrenta con un tribunal de decisión que decide conveniencias,
probabilidades, alternativas, ventajas, desventajas y se termina escribiendo lo
que debe ser. Pero en sociedad con el niño. No es una razón autoritaria. No es:
acá se hace lo que yo pienso. La razón creo que escucha mucho al niño, o así
debiera ser al menos. Esto hago con mi hijo, por ejemplo. Lo escucho y luego
sugiero.
¿Cuántos años tiene tu hijo?
Trece.
Tengo una hija grande de otro matrimonio que no convive conmigo pero éste sí.
¿Cómo es lo cotidiano?
Jugamos,
hablamos, planteamos, discutimos en un sentido analítico, colaboramos. Está muy
bien. Un niño y una razón que funcionan bien.
Instintivamente ¿cómo es tu
momento de la creación? ¿Cómo pasa? ¿Cómo llega a vos?
Pareciera
que explicar esto sería como explicar lo inexplicable ¿no?, pero vamos a
intentar explicar lo inexplicable. Voy a decirte que en realidad el ciudadano normal
que no tiene que no ha reflexionado mucho sobre esto tiene una idea quizás un
poco romántica, un poco ingenua de lo que es la composición. A ver, definamos
qué es composición. En realidad, la idea romántica supone a Chopin por ahí, ¿no?
Que la composición es una especie de, te lo voy a decir en palabras muy románticas:
si tuviera tuberculosis y estuviera en París en el 1700 sería mejor todavía, el
cuadro estaría completo, con una pluma
mojada. La gente piensa que componer está primero reservado a seres que casi no
son humanos, primer error.
Segundo,
que la inspiración no tiene nada que ver con el conocimiento. La inspiración
pareciera ser una entidad que se sustenta por sí misma. Segundo error. Y que la
inspiración es, o la composición es, una especie de estado místico donde las
cosas ocurren alegremente porque sí, porque
alguna entidad celeste superior con una varita mágica le da a uno esa
potencialidad. Tercer error. Son todos errores en realidad.
Suena tan lindo…
Uno
entrecierra los ojos y está el hogar prendido y los leños crepitan y uno está
ahí y afuera llueve, pareciera maravilloso esto que yo te estoy contando, y si
es de noche y hay viento, mejor, en una cabaña en medio del bosque. Puro
romanticismo. No es así, lamentablemente para quien sea muy romántico, y yo soy
romántico, pero no es así. He hecho mis mejores cosas en los bares de café.
¿Cómo es esa realidad?
La
realidad es que componer significa organizar ideas. La música es un discurso,
tal como el que estamos manteniendo vos y yo. Para que vos me entiendas yo tengo
que hablar en los códigos que vos vas a comprender. Si yo te hablara en
sánscrito vos me comprenderías salvo que hables en sánscrito, poco probable. En
mi caso improbable totalmente.
Sí, claro, en el mío también.
Si
yo hablara de un tema incomprensible para vos, por ejemplo mecánica nuclear, si
yo comprendiera, no nos entenderíamos. De manera que para que vos y yo nos entendamos, yo debería, si es que yo soy el
que va a hablar, o vos en todo caso, deberíamos hablar de un tema que ambos
conocemos y utilizar una terminología y una sintaxis que ambos manejamos.
Componer es eso. Es organizar una idea, un discurso para manifestarle a otro o
a otros qué se quiere decir. En el caso de la música eso pasa por lo sonoro y
tiene la característica de lo bello. Una
conversación podría no ser bella y ser una conversación, lo musical pareciera
que tiene que ser bello. Si no fuera bello pareciera que no es musical. Y ahí
tenemos otro problema, la música debe ser siempre bella.
¿Qué es lo bello en la música?
Y
acá estamos entrando en un terreno que va a exceder nuestra charla de hoy,
deberíamos hablar mucho más tiempo. No te voy a hablar de qué es lo bello en la
música porque yo no sé si estoy tan autorizado para eso y volvería a exceder
nuestro marco de reunión, pero lo que sí debo decirte es que la idea es que la
música debe ser bella, en un sentido mezquino de lo bello quiero decir, para la
gente es bello lo que a la gente le gusta ¿Y es eso lo bello? Sería otra pregunta
que subyace por ahí. Estamos internándonos en un camino complejo. No hagamos
más preguntas intentemos responder al menos superficialmente esto. Bueno,
digamos, vamos desde el comienzo, componer es entonces componer una situación,
poner puntos, poner comas. Hacer un café también es componer. Si yo no cuento
con los elementos necesarios no me va a salir el café, o una tortilla, o una
camisa, o una charla. Entonces, el producto final de esa composición, de esa
charla, de esa camisa o de ese café, tiene que ver con qué elementos
intervienen, cómo manejo esos elementos para lograr un café aunque sea a mi
estilo o a tu estilo, una camisa, que sea así o asá, una charla que sea de un
tema o de otro tema pero que sea eso. Eso es componer. La música está hecha de
elementos que suenan, de sonidos. Pero no todo lo que suena es música. El canto
de los pájaros, mucha gente dice que es música. No lo es. El susurro de un
arroyo muchos dicen que es música, pero
no lo es.
¿Qué necesita un sonido para
ser música?
Ser
compuesto. Ser organizado por una mente humana. El canto de los pájaros puede
ser musical, pero no es música. Musical, en un sentido en que musical puede ser el juego de un niño, el andar
de una mujer, pero eso no es música. La música implica el profundo y minucioso
manejo de los elementos, en este caso sonidos, en nuestro caso palabras, para
lograr una idea que tenga, como una novela, su presentación, sus personajes, su
conflicto, su resolución de conflictos o no, su conclusión y sus moralejas si
vos querés. Tiene que tener una forma, tiene que tener capítulos, tiene que
tener párrafos, tiene que tener sangría, todo lo que uno hace cuando escribe:
puntos y apartes, puntos y comas, interrogaciones, todo eso debe tener el
discurso musical. No es sólo, pongo este acorde porque es lindo, porque yo
podría ahora decirte palabras lindas. Si te digo palabras lindas sueltas no es
un discurso. Al cabo de un momento vos me dirías, bueno pero qué me querés
decir. Y entonces estaríamos ante un no discurso, solamente palabras lindas. El
canto de los pájaros, un acorde lindo, un timbal que tocó una nota, pero eso no
es nada. Es cuando todo eso tiene un desarrollo y tiene una clara intención de
llegar a un punto concreto, en el estilo que quieras, en el idioma que quieras,
desde flamenco, Mozart hasta Coltrane, desde Cuchi Leguizamón hasta Rodolfo
Mederos. No importa el estilo, no importan
las estéticas.
Componer es entonces organizar.
Y
organizar tiene que ver con la persona.
Hay una vieja frase que vos debés conocer que dice que la composición musical
es cinco por ciento de inspiración y noventa y cinco de transpiración. Esto es
cierto, yo creo que es necesario de ese motor inicial, de ese empuje intuitivo,
a veces inexplicable que tiene que ver con una química de uno, con un estado,
con un ph, qué se yo con qué, con una adrenalina, con una hormona, no sé, con una química que hace que uno
perciba cosas. Ahora, uno no percibe cosas de la nada y porque sí. Uno percibe
desde una cultura anterior, uno percibe desde una historia, percibe desde un
pasado. Nadie es músico si no hubiese música antes. En realidad, se escribe
sobre lo escrito, por decirlo de alguna manera. Y en este orden del pensamiento
vos podrías decir: pero qué poco le queda entonces a la intuición. Si tiene que
tener todo un pasado, si apenas intuyó tiene que venir el tribunal para ordenar
eso, qué poco le queda. Y es poco, pero en realidad es tanto que si no existiese
eso, todo lo otro no sería posible. Uno no podría ordenar nada que no haya sido
parido desde la intuición. La intuición es el motor sustancial. Digamos ¿cómo
se hace un hijo? Se supone que la pareja se conoce, se entusiasman sexualmente,
hacen el amor y finalmente se engendra un hijo. ¿Y ya está el hijo? No. El hijo
recién empieza. Aconteció desde un acto animal, intuitivo, espontáneo,
necesitado, pero después se necesita todo lo otro: las vacunas, el colegio,
todo para que llegue a ser un ser
humano. Si no, es una cosa que anda por ahí. Esto es lo mismo. Hace falta el
acto sexual en la música, hace falta esa cosa inicial, animal. Tiene que ver
con lo intuitivo y luego con lo ordenativo. Si no existe el proceso de la
construcción racional esa intuición dura muy poco. Uno puede tener
intuitivamente una idea, pero cómo hago de eso una novela, tengo una buena
sintaxis, manejo bien el verbo, sé escribir, tengo faltas de ortografía o no,
discrimino bien los párrafos, separo bien en capítulos, cómo hago para que eso
sea un discurso, que otro lo lea y diga qué interesante, o que la gente lo aplauda en una butaca o lo
baile. Sería eso un poco la cosa.
Pongamos un ejemplo básico: la alimentación. Hay
momentos en que vos, María, tendrás hambre, y si estás en la calle entrarás a
algún bar y comerás un sándwich, y si
estás en tu casa abrirás tu heladera y verás qué hacer de comer. Otras
veces, no tendrás tanto hambre, a ver, retrocedamos. Vas por la calle y tenés
hambre. Quién tiene hambre es tu niño,
pero quién decide entrar a ese bar y pedir un tostado es la parte
racional. Si estás en tu casa y vas a
hacerte una tortilla el que quiere comer esa tortilla es tu niño, pero el que
sabe donde están los huevos, las papas, que hay que cortarlas, hervirlas,
pelarlas… es una pareja indisoluble.
Si no hay
deseo previo es comer por comer, y si hay deseo y no hay razón, el niño hace un
enchastre y come mermelada junto con ají picante y no se alimenta bien. Hay otros
momentos en que no te has dado cuenta
que tenés deseos de comer, pero estas cocinando para otro y de pronto te dieron
ganas de comer, o tus ojos se posaron sobe un tarro de lentejas y dijiste, qué
ganas de comer lentejas. A veces es una necesidad básica natural y otras veces,
un estímulo circunstancial. Más de una vez hablando con alguien o tocando una
música de otro, o escuchando una música aparecen ideas y otras veces, aparecen
naturalmente, pero aparecen en el baño, comiendo, en la vigilia, en los
momentos más insólitos.
Uno no decide cuando aparece
No,
es más, muchas veces uno estimula si tiene entrenamiento necesario, estimula de
manera racional: hoy estoy inapetente, pero a ver que podríamos comer porque
tengo que comer. Tengo que hacer un disco, tengo que largar dos temas a un
concierto y la verdad que no se me ocurre nada, dicho eso sería muy banal. Como
no se me ocurre nada no hago nada. Entonces, uno dice, bueno, a ver, toquemos
algo, escuchemos algo, y al cabo de un momento si uno está medianamente
entrenado y estas partes funcionan bien una con la otra, seguramente alguna
idea aparece, y esa idea, a veces, suele ser más importante que la que pudo
haber aparecido espontáneamente, el asunto es cómo tratarla, y ahí hace falta
conocimiento, experiencia y la historia previa, si no es difícil llegar a ningún
lado.
De pronto, las
radios difunden lo que quieren imponer las discográficas que pagan fortunas a
tal fin. ¿Qué te produce eso?
Acá tiene que ver con otra cosa, generar cosas buenas es fomentar un
buen pensar y un buen pensar no suele ser conveniente para la acumulación de
poder y de bienes. Entonces hay enemigos naturales y volvemos al darwinismo
otra vez, pareciera que el poder sobre otros genera la posibilidad de
supervivencia, no importa como sea ese poder, generalmente lo es logrando que
el otro no pueda defenderse. Y no poder defenderse es no poder decidir y para
que no decida tengo que confundirlo, para confundirlo tengo que darle lo que no
es verdad. Este es un poco el mecanismo mezquino producto de las sociedades
capitalistas, de democracias controladas. En realidad, el mundo está como está
y estamos a esa altura del desarrollo, no en otra. Tampoco nos vamos a engañar
con socialismos utópicos.
Qué impotencia.
Sí. Pero sabés que es una impotencia que podría generar potencia. En mi caso, yo estoy muy potente para hacer, y
vos dirás: ¿pero a quién le jode eso? Es cierto, yo no voy a cambiar ningún
sistema social con mi actividad, pero sabés qué, en el fondo creo que yo y
otros como yo, estamos generando como interrupciones, como molestias, como trabas. Será una lucha larga pero no
imposible.
En el arte en general y en la música en particular, es lo que a partir
de la época industrial hasta hoy pareciera, y sobre todo en estas últimas
épocas de hiper tecnificación, lo que es más accesible, cualquiera se compra un
compacto y tiene alta fidelidad, estéreo, computación, tener un disco de música,
entre comillas, en tu casa hoy es común, vas por la calle y uno tiene su
walkman y sin embargo, es la época que más lejos está de la música.
¿Cuál fue la
época en que estuvo más cerca?
En el mil ochocientos, principios de mil novecientos, cuando el arte
verdaderamente era casi una religión. Era lo más privilegiado que el ser humano
podía dar. Los artistas fueron protegidos, fueron respetados, la gente, por lo menos
el burgués de la época, el burgo, tenía por costumbre hacer la práctica de la
música, asistir a un concierto verdaderamente de música era un hecho no solamente
especial, sino espiritualmente muy importante, y hoy la música está en todos
lados, yo levanto este pocillo y se oye música, bah, se oyen cosas, y es lo más
bastardeado y lo que menos, curiosamente, accesible es. Un campesino de la Europa
central en aquellos años podía tararear, además de un canto popular, un fragmento
de una ópera. Paremos a un transeúnte y pidámosle que tararee algo. Pero así
son las cosas. Yo no colaboré para eso, así que estoy tranquilo, hago lo
contrario y estoy tranquilo y feliz. Y si la vida en algo está justificada, en mi
caso, es en esta tarea.
¿Qué te falta
por hacer?
Toda esa música que todavía no hice.
¿Que es mucha?
Sí, y tal vez la mejor.
¿Todavía no la
escuchaste?
No,
estará por llegar. Siempre lo más lindo es eso que está adelante. Lo otro ya
está, ya pasó. Eso que está por venir es maravilloso. Es lo que me hace
levantar con ganas.
¿Cómo te despertás a la
mañana, cuál es tu primer contacto con
la realidad?
Despeinado,
sin sueño en general, y con ganas de tomar mate. Así me levanto Y ya estoy
enchufado trabajando.
¿Y
tu primer pensamiento?
Ver
cómo está mi familia, si se levantó mi hijo o no, si mi mujer está ahí, si mi
perro está bien, eso. Las plantas. Eso mientras
me lavo los dientes, mientras caliento el agua para el mate.
¿Sos
de controlar todo?
Soy
de gratificarme con eso que está. Sí, soy de controlar. Sí, nunca pongo un
acorde que no sea el que debe ser, y no lo pongo para que me aplaudan, lo pongo
si tiene que ver. Por suerte desarrollé a lo largo de muchos años este severo
control y un control que no está asociado a oportunidades narcisísticas: hago
este tema porque va a gustar. Al principio hicimos una pegunta ¿la música debe
ser agradable? Ahora te respondo: yo no sé si debe ser siempre agradable, es más,
sospecho que no, sospecho que cuando es siempre agradable en algo debe estar
complaciendo. Yo creo que el arte, la agradabilidad que la gente le confiere al
arte es una agradabilidad mezquina y a veces casi superficial. No es que deba
ser feo todo, no hablo de feo o de lindo, hablo de esa agradabilidad que da la
sensación de certidumbre, de escuchar lo que ya se escuchó. Digamos, la actitud
de un músico, de un artista, o la idea de un producto artístico puede tener dos
caminos. Uno siempre elige: o hace una música segurizante lo cuál es tranquilizante
porque es segura y porque es segura, porque ya se conoce, se hace una melodía
parecida a otra, un acompañamiento parecido a otro, que es lo que hace el
mercado.
Arnold Schoenberg, compositor del siglo pasado, decía una cosa muy interesante,
decía que el hombre está sujeto a dos fuerzas opuestas: una que lo impulsa a
repetir estímulos agradables y otra que lo impulsa a buscar nuevos estímulos.
La mayoría de la gente reacciona
positivamente frente a los estímulos agradables.
¿Cuáles serian los
estímulos agradables?
Son los que son seguros, y si son seguros es porque son conocidos.
Los estímulos diferentes son riesgosos. Yo acá no vine nunca, por aquí no pasé nunca, esto no lo escuché nunca, a lo mejor no me
gusta. Un espíritu mediocre diría, mas vale no, me quedo con lo que ya conozco.
Entonces voy rumbo a la jubilación, al Pami, al geriátrico y así será mi vida.
Lo otro es arriesgarse, esto no sé que es, probemos. En ese probar hay un
desagrado, porque generalmente eso que es nuevo, al ser nuevo, es diferente y
al ser diferente no me produce esa agradabilidad a la que estoy habituado, pero
me permite crecer.
Asusta.
A esto me refiero. Cuando el arte es siempre agradable, es
sospechoso. Entonces el arte debiera, en algún caso, producir cierta molestia y
no porque esté mal escrito. El arte debería preguntar más que responder. Que
pasó acá, y esto por qué. Hay un mecanismo maravilloso que describía Coltrane (John) y decía así: cuando el músico
sube a tocar, (hablando de su género que era la improvisación, pero bueno,
puede ser escrito), tiene dos caminos. Está el espectador sentado y la música
suena, entonces suena una primer idea musical, inconscientemente, la mayoría de
las veces, porque los espectadores no son músicos, los que van a un concierto
pueden llegar a ser melómanos, habitúes, pero no son músicos, se sientan y
escuchan esa primer idea, como en un discurso, como en una película, si esa
idea es más o menos comprensible y tiene una lógica de rápida captación,
intuitivamente e inconscientemente apuesta a como será lo que sigue. Él imagina
una posibilidad de respuesta a eso, si esa segunda idea que el músico sigue
tocando es como la que el pensó, se
siente gratificado. En algún punto también él es un poco compositor, está de
acuerdo con lo que está pasando y el compositor está de acuerdo con lo que el
está proponiendo, y así sigue, si esta situación se repite un rato, el oyente
se aburre porque lo que está escuchando ya lo escuchó. Pongámosle otro caso
ahora: se escucha esa primera idea y el espectador intuye como será la que
sigue, si la que sigue es diferente se siente perplejo, se reacomoda, y dice
oh, caramba, acá me jodieron. Y a partir de ahí hace una síntesis y vuelve a
apostar a lo que sigue, si lo que sigue es diferente, se siente contrariado y
si lo que sigue, sigue siendo diferente, se siente frustrado. Lo más probable
es que se levante y se vaya. Y diga, esto no sirve.
¿En que consiste la
cosa?
Consiste en, para administrar, presentar una idea en general de incertidumbre
y luego, acomodar los tantos para volver a captar la atención, y luego, volver
a captar incertidumbre y luego así. De manera que, a la suma, cuando a la hora
y media esta persona se va del concierto, ha estado enfrentada a situaciones
diferentes, pero no tantas que lo hayan espantado y no tan cómodamente
confortables como el piyama y las pantuflas del fin de semana. Esto es. Entender esto me costó cincuenta
años. Porque este año cumplo 50 años con la música.
¿Por qué lo entendés
ahora?
Porque lo entiendo ahora, y por qué ahora tengo canas y antes
no. En estas épocas empiezo a entender muchas cosas que son producto de
todo lo anterior.
¿Cuándo
empezaste con la música?
Tocaba
el bandoneón y tocaba en orquestas de segunda, tercera y cuarta categoría
en la provincia de Córdoba y nada,
estaba tomando la teta de la vida.
Pero
un día te escuchó Piazzolla y algo pasó.
Habría
seguramente en mí, una tendencia al no conformismo, tal vez, pero si preguntamos
de dónde viene esto pues no sé, seguramente mis padres habrán influido, mi
ideología, mi química, no sé bien como termina siendo un ser humano. Tiene
reacciones que los psicólogos lo explican de una manera, los médicos de otra.
Probablemente desde todos lados uno pueda explicarlo ¿no? Uno es una entidad
que se va formando y que va desarrollando. Actitudes y tendencias. Por qué yo
fui así y terminé siendo lo que hasta ahora soy, no es fácil decir: ah!, porque sabes que, el 3 de agosto
de 1944 a las tres de la tarde...
Es un camino largo
Sí,
largo y sinuoso, pero bueno, de todas maneras no lo vivamos esto como una
virtud, en todo caso es una característica, ¿no? Yo por esto no me siento
mejor, digo, es una característica, podría haber sido otra cosa.
Pero bueno soy así, soy controlador y soy minucioso, y soy detallista y
perfeccionista, minimalista en muchas cosas, tengo también una visión muy global
del mundo y de las cosas y de las relaciones humanas y cuando yo pongo dos
acordes enfrentados, uno que le sigue a otro, es como una relación humana. Por
qué dos personas se encuentran, por algo, y cuando se encuentran qué pasa, hay
rapport o no lo hay, amigos, parejas, lo que fuere. En una transacción
comercial pasan cosas, se frustran o se
logran, en la música pasa lo mismo, cuando uno deja correr el lápiz no es que
lo deja correr, medio tuberculósico y en Paris del 1700, digo, uno sabe que
esta estructura genera tal cosa y entonces puede derivar en esto y en aquello,
digamos, hay un mecanismo volvemos al
mismo tema del control que debe existir porque si no, sería algo caótico y la
música sería algo tan inconsistente. Cuando un dentista te extrae una muela y
dios me libre y me guarde de esa experiencia,
me parece que más allá de su calidez cuando te habla y del perfume que haya
puesto en el consultorio y del instrumental moderno y que te diga que no te va
a doler y que use anestésicos maravillosos, hay todo un conocimiento de él de
lo que tiene que hacer porque si no sería catastrófico, si no, me arrancarían
las muelas de una manera medieval. En toda actividad humana está la racionalidad
puesta y la intuición sería muy poca cosa, si no estuviera el niño con esa cosa
tan animal y tan primaria pero eso debe ser absolutamente controlado. Yo soy
todo eso, como llegué a esto no sé. A veces pienso, en esto de cómo uno llego a
ser ésto, sí, pienso mucho, soy muy pensante en realidad, pero me parece que
cuando pienso en por qué soy lo que soy, lo hago más desde un punto de vista
antropológico. Ya no importa si es Mederos, cómo el hombre es lo que es, cómo
llega a ser lo que es, mas allá de que la naturaleza lo empuje a ciertas cosas.
Las cuestiones sociales, los ámbitos en los cuales uno se desarrolla, las
culturas, es un universo de tantos elementos que no es fácil llegar a una
formula. Mirá, María, yo soy como soy por tales cosas, es una enorme suma de
cosas. Y uno va manifestando aristas, perfiles, tendencias, en algunos casos patológicas, por eso hago
terapia, para corregir algunas aristas que tengo un poco tóxicas.
¿Hace mucho que te analizas?
Sí, muchos años, por etapas, pero en general siempre estoy.
Uno tendría que arrancar desde chico con eso ¿no?
Sí,
a mí me hace bien, yo creo que es bueno ayudar a la reflexión.
Al entendimiento de algunas cosas que pueden llevar a sufrir
Sí,
sería muy soberbio pensar que uno se arregla solo . Yo creo que uno necesita.
Es un ser social y necesita de otros, en la medida que conviva con otros, y
como yo hago música, en principio para mí, pero con la esperanza de que otros disfruten,
no puedo pensar que la vida me puso acá porque sí y alegremente y hago lo que
hago y me las arreglo. Yo necesito de charlar, de analizar, de probarme, que me
escuchen y escuchar, es como una interacción.
Después
de esta charla, puedo decir que sos coherente. No es muy común eso, no. No muchas personas mantienen una coherencia entre el pensar y el hacer.
¿Si?
Y es lo que uno anhela, A veces es más fácil, otras no tanto. No nos olvidemos
que el ser humano en general, más allá de aptitudes que haya desarrollado sigue
siendo un ser un poco a la deriva también, y con deseos que en algunos casos
son primarios y mezquinos, a quien no le gusta el éxito, a quien no le gusta la
plata, a quien no le gusta mejorar cosas aunque sea desde la confortabilidad, y
esto a veces entra en colisión con los propios principios, declinar a veces una
acción profesional, no toco acá, no toco esto, o esto lo hago así, coherentes
con un principio a veces no son coherentes con las necesidades. Yo no estoy
edificando una imagen de mártir y de prócer inalterable, también tengo mis
mezquindades en serio. Pero bueno, uno intentará minimizarlo lo más posible. Yo
cuando te digo que no escribo un acorde para buscar el aplauso, es cierto, pero
no voy a decirte que no me gusta el aplauso, sería una mentira, entonces, en
cada actitud, cuando subo al escenario o
cuando escribo, que es subir desde antes al escenario, todas estas cuestiones aparecen ¿y ésto gustará? ¿y
ésto se parecerá a? ¿ y ésto será confortable? ¿y ésto será incomprensible? ¿y
ésto será bailable? ¿y será trascendente? Todas esas metafísicas existenciales
aparecen, no es que yo esté vacunado, ah, no María, eso yo ya lo superé, no. No.
Escribir música es sacar un sable llamado lápiz y empezar la pelea con uno que
se multiplica, y uno está peleando con
muchos mederos, con muchos Rodolfos que aparecen y que te ponen estas trabas.
Decidir pasar del compás catorce al quince por suponer, muchas veces me ha
llevado meses, así como de pronto en una tarde puedo componer veinte minutos de
música. Muchas veces de un compás a otro
he estado mucho tiempo, porque aparecen estas dudas que hasta que no se
clarifiquen estoy como imposibilitado. Escribir es como edificar paredes, y si el plano no está claro la obra queda interrumpida.
Si el arquitecto, que es el pensante, faltó a la cita y el albañil no sabe dónde
va el baño, queda ahí. Muchas veces ha pasado eso. Yo soy muy metafórico, te
habrás dado cuenta pero me parece muy pedagógico.
¿Y
cuál es tu proyecto actual?
Mi
proyecto actual es, yo creo, el resumen de toda mi vida. Me parece que toda mi
vida estuve haciendo ensayos para llegar a esto, estuve probando y experimentando
para llegar a esto que es la recuperación irrenunciable y frontal de una
cultura que está en vías de desaparición: la orquesta típica bailable.
Estoy
muy podrido y saturado de esa toxicidad que ha puesto Piazzola en toda esta
última década, todo ese piazzolismo tóxico. Con esto no estoy hablando mal de
Piazzola sino del piazzolismo. Una cosa
es hablar de Perón, otra cosa es el
peronismo. Donde nadie sabe nada, donde todos creen que el tango es esto y ésto
no lo es, donde la ignorancia es moneda corriente, donde la desconexión que ha
habido gracias a la dictadura musical hace que muchos jóvenes no sepan qué
hacer y crean que Piazzola es la salida. Y no la es, ese es un callejón sin salida,
donde nuestra cultura está absolutamente en vías de desaparición. Aunque vos me
digas, pero si el tango está en auge, sí, qué tango, el que quiren los
turistas, el que quiere la Warner, el que quiere una multinacional, eso para mí
no es nada, es basura. La verdadera cultura está en serio riesgo. Yo soy un
ecologista, en todo caso si vos querés, de la música, un verde de la música.
Hago esta orquesta a imagen y semejanza
de aquellas orquestas, pero con la idea de conferirle una sonoridad
absolutamente distinta. Si hay una vanguardia, para mí es esta. No es la de poner
tres trombones, un bandoneón eléctrico. Eso no sé lo que es, eso es
adolescencia.
Orquesta
Típica, hoy, con la mejor calidad, pero que sea bailable. Eso empezó el 1° de
julio, mi vida está dedicada a eso. Estoy en eso con patas y todo. Estoy dando
pasos dentro de las dificultades que sabemos que tiene todo esto. Es un
proyecto muy complicado somos trece músicos. Así que estoy organizando una
estructura de contención con otra gente que se está sumando para colaborar en
este proyecto para darle vida laboral y presencia social. Son muchos los oídos
sordos, funcionarios, entidades, que no saben escuchar, que dicen qué lindo
pero nada más, y a mí no me interesa esto, yo necesito de todo: manos, cerebros
que piensen, pies que caminen, plata, necesito socios, colaboradores, necesito
voluntades que entiendan esto y que se sumen a esto.
Pasa
por mí, claro, la historia me ha gratificado con esta posibilidad, pero esto no
es un proyecto solamente mío, es de todos.
Entrevista realizada en el año 2005