Entrevista a Julio Bambill - Para el Suplemento Soy, de Página/12 (2012)



(Parte de esta entrevista fue publicada en el Suplemento Soy de Página 12, el 29 de junio de 2012, bajo el título  "Hablando del asunto")  
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/subnotas/2509-236-2012-07-03.html
Acá la entrevista completa:

La libertad de elegir
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Yo, hoy tendría que decir que soy homosexual porque elegí a un hombre y también podría decir soy bisexual porque me calientan las minas. Pero tengo que decir que soy yo. Soy.


“El erotismo no pasa por el culo, por la concha, por la poronga, pasa por un sentir mutuo, por la piel, las caricias, otras cosas. Si no, sería como los perros, vas, la ponés y no existiría todo el resto”.

“No nos hagamos más los boludos con lo que pasa al lado, cuando las redes sociales están constituidas los delincuentes no tienen tanta posibilidad, tanta puerta abierta. Si a mí no me chupa un huevo lo que le pasa al vecino, a mi gente, al chabón que está en la calle, es más seguro. Lo que les pasa a ellos también es responsabilidad mía”. ___________________________________________________________________________________________ 



por María Maratea

Julio tiene 37 años, es actor y director,  y trabaja como diseñador gráfico en el Archivo Nacional de la Memoria -Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA)-. Es militante político en la agrupación La Dorrego de San Telmo. Vive en una casa muy luminosa en Nuñez, con techos de vidrio, terraza, dos gatas y su amor. 
El motivo de la entrevista es hablar sobre bisexualidad.
  
No es muy común escuchar que alguien diga que es bisexual
A uno le cuesta más expresarlo. La bisexualidad en el común está como muy ligada a lo fiestero, a la promiscuidad, hasta suena mal en ese contexto, como si te viniera bien cualquier cosa. En realidad para mí es al contrario, no es que me viene bien cualquier cosa, es que uno tiene la libertad de elegir. Es cuánto uno se anime a experimentar, a darse libertades.  Vos imaginate, hagamos un repaso, los griegos eran bisexuales abiertamente, no tenían ningún problema, de hecho los musulmanes también, hay unas líneas del Corán que dicen “no derrames una gota de semen en el desierto, dásela a tu hermano”, aceptan el sexo entre hombres como un ejercicio, no desde la concepción de lo que para nosotros es gay.  Creo que la represión tiene que ver con una cuestión cultural impuesta desde la religión, de alguna manera, para ejercer un tipo de control. Para mí, la religión cristiana es la transformación del Imperio Romano. Los griegos no tenían problemas, se la bancaban, era una civilización mucho más abierta y cuando el Imperio desaparece y aparece el cristianismo, todo este mito de este gran best seller que es la biblia, se empieza a imponer a través de esa institución, a hacer mella en una forma de pensamiento común, colmar ese orden social histórico del cómo deben ser las cosas. Es un mecanismo de control.

Una cuestión de fe
Lo que tiene la fe es que pone todo en un lugar de incuestionabilidad. Nada se puede cuestionar porque es una cuestión de fe. En nombre de eso se hicieron monstruosidades, en todas las religiones. En nombre de Dios se ha masacrado a media humanidad, han generado millones de kilombos en la psiquis de la gente.

¿Da igual si es hombre o mujer?
A uno le pasa algo con el otro, a nivel piel, a nivel químico, físico. Un amigo, una amiga, quien fuere, alguien por el que vos sentís una atracción, no que se te pare, pero existe una fuerza, una energía de conexión con el otro, que generalmente es la que elegís y la tiene seguro tu pareja cuando la elegiste. Una conexión. Vos fijate que en esto da igual si es hombre o es mujer.
En mi caso tiene que ver con la atracción. No es que yo dije, bueno, a partir de ahora soy homosexual, bisexual o heterosexual. A mí siempre me gustaron los chicos y las chicas de la misma manera. Hay millones de motivos del por qué. Hasta ahora se venía manejando que vos te tenías que hacer cargo solamente de eso porque eras un “defectuoso”. De repente, cuando empezás a dominarlo un poco, te das cuenta de que hay un millón de factores que pueden determinar una homosexualidad, desde lo traumático, desde lo vivencial. Yo creo que hay un factor que va desde lo físico, que tiene que ver con la piel, que va mas allá de la etiqueta sexual, es algo que nos pasa a todos y que nos puede pasar con cualquiera.

¿Nos pasa a todos?
Claro. O no lo viven de esa manera o no se animan a vivirlo de esa manera, o si lo viven se lo cuestionan. No nos olvidemos que estamos hablando de una represión impuesta de muchos años, de lo que está bien y de lo que está mal. Cuando uno se da cuenta de que le gusta una persona del mismo sexo no la pasa bien. Hasta ahora culturalmente estaba mal, eras un enfermo, eras un ciudadano de segunda. Ahora, con la sanción del matrimonio igualitario el hecho de sentir que vivís en un país donde podes vivir más libremente, donde el estado se ocupa de los que menos tienen, uno se siente representado. Por eso milito. Porque la única forma de generar el cambio es participando. Participá donde te guste, donde te sientas cómodo, con la ideología que te valga, que te llene, comprometete. Hay que reconstruir las redes sociales, terminar con el individualismo que se instauró en los '90 y con las dictaduras y con el sálvese quien pueda, donde si te comprometías estabas fuera del sistema o te mataban. No nos hagamos más los boludos con lo que pasa al lado, cuando las redes sociales están constituidas  los delincuentes no tienen tanta posibilidad, tanta puerta abierta. Si a mí no me chupa un huevo lo que le pasa al vecino, a mi gente, al chabón que está en la calle,  es más seguro. Lo que les pasa a ellos también es responsabilidad mía.
Todo lo que sea fanatismo, todo lo que sea aferrarse a algo termina haciendo ruido y quita libertades, me parece. Yo, por ejemplo, hoy tendría que decir que soy homosexual porque elegí a un hombre y también podría decir soy bisexual porque me calientan las minas. Pero tengo que decir que soy yo. Soy.
Hay un trabajo interno de aceptarse, de quererse, de entenderse, de romper con estructuras que no son propias, que son sociales. Hay que hacer un esfuerzo, hay que tener un poco de laburo crítico, de pensamiento crítico, autocrítico, de poder ver qué te pertenece. Pero tenés que preguntarte que querés. Yo quiero esto y a mi me hace bien. Si uno se enamora de un tipo sabiendo que enamorarse de un tipo está mal, hay algo que no lo deja ser feliz. Y se siente culpa. Esa carga es un peso que no te deja ser feliz. Podrás meterte en el gheto hasta la médula con la banderilla del arco iris gritando por la calle soy puto y todo lo que vos quieras, pero internamente hay algo que no te va a dejar ser feliz. Porque esa necesidad es tan grande que es lo que te hace de alguna manera aceptar toda esa carga que te duele. Si vos aceptás que sos diferente por una elección sexual estás alimentando el peso que estás combatiendo desde la igualdad de derechos.
Para el imaginario social el homosexual es el Huguito Araña, el puto promiscuo, el tipo que hace cualquiera, el que no le niega el culo a nadie, el que no discrimina quién le gusta y quién no, el que le va a hacer la vida incómoda a cualquiera que tenga adelante si le gusta. Todos los géneros están calificaditos y todo el mundo se monta en el uniforme de ese género. Desde mi opinión personal estaría bueno hacer un laburo más profundo pero desde la igualdad, no desde la diferenciación.
Tengo mil cosas para defenestrarme que no tienen que ver con la elección sexual. Eso es algo de la intimidad. La persona que tiene una pija en la frente no tiene otra cosa adelante, y siempre estamos atravesados por nuestra sexualidad porque es parte de nosotros. Es como en los noticieros que te ponen en primer plano los policiales: todo es una mierda, todo es solamente policiales.

Todavía se escucha: es una buena mina pero es torta…o, el nuevo compañero es puto
Yo en un momento deje de definirme a través de mi sexualidad. Toda la gente con la que me relaciono sabe que tengo una pareja hombre y que soy feliz. La gente de la calle son extras, es decorado. En el mundo somos trescientos, y siete personas son de alguien, siempre. Esa gente es la que te importa, los demás son los extras de la película.

¿Cómo fue la relación con tu familia?
Yo tuve una familia muy de libro, muy disfuncional. En estos días me encontré con mis viejos, hacía mucho que no los veía y la sensación que me queda es de paz interior conmigo. En la foto que me saqué con ellos, que subí al facebook, puse “No hay una escuela que enseñe a vivir”. Mi viejo se equivocó en millones de cosas y muchas no las perdono, un montón de cosas que decís: la bardeaste demasiado. Uno, desde un lugar propio dice: yo no lo haría y no lo voy a hacer. En la facultad estábamos viendo a Melanie Klein y la profesora en un momento dice que las personas muy creativas tuvieron un sostén afectivo en el momento que lo necesitaban. Y yo soy creativo, entonces lo primero que se me disparó fue, bueno, mi vieja algo bien hizo. Todo lo choto duele, pero a la vez es como eso, que no hay una escuela que enseñe a vivir. Yo no voy a creer en mi viejo de vuelta, ni voy a decir que tengo un viejo maravilloso y hay un montón de viejos hijos de puta, pero hoy puedo verlo desde otro lugar. Sí entender, pero no justificar, no justifico. Como dice René (Calle 13) “perdono pero nunca olvido”.
Con mis viejos lo que me  pasa es que son como son, pero son ellos, de alguna manera esa soledad de yo no aceptar como son ellos y ellos no aceptar como soy yo, genera un vacío.
Y me encontré  en una situación distendida, no es que acabamos de creer en Dios y nos juramos amor eterno, pero hay un poco de paz interior. Entonces, el enojo cede.
A mí me echaron de mi casa a los diecisiete por un ataque de concha de mi viejo, después, a los diecinueve. Me habían dicho que era porque no me importaba lo que pasaba en la casa. Muchos años después, me enteré por el hijo de una compañera de la secundaria, que justo conocía a una vecina del barrio donde yo vivía, que me habían echado de mi casa por puto.
A eso voy, por ahí, lo que uno ve en la distancia es lo que uno puede, ¿no?  Mi viejo no es un tipo que hoy en día se sienta feliz, por ahí sí, no sé porque no lo conozco, pero yo no sé si me sentiría bien en el lugar donde él está hoy en su vida.

¿Qué hiciste cuando te echaron?
Me fui a vivir con mi abuela, después volví porque me pedían que volviera, y me echaron otra vez. Siempre era por kilombos familiares y me decían que me tenía que ir. La segunda vez me echaron por teléfono y mi viejo rompió todas mis cosas, pero todo todo. Ahí me fui a vivir con un pibe que resultó ser un mentiroso, un mitómano. Cuando me separé de él yo había construido en cuatro años un montón de cosas y fue muy fuerte. Después con el tiempo me di cuenta, en el momento no me enteré de los que me estaba pasando, tuve una crisis de identidad, no sabía quién era. Había estado cuatro años con una persona que era una completa mentira. A todo esto, se suman las presiones históricas habidas y por haber, lo que debe ser, lo que está mal y son un montón de planteos. En un momento perdí los documentos y estuve un año y medio sin identidad.

¿No te lo podías hacer de nuevo?
No. No lo hacía. Uno siempre encuentra la excusa: que no tengo guita, que esto, que lo otro… Estuve un año y medio sin identidad y seis meses hecho un trapo viviendo de prestado acá y allá, un poco en lo de mi hermana, un poco con amigos. Estaba muy oscuro, muy deprimido, no conseguía trabajo. En un momento, Chavela, una mujer a quien adoro, la madre de un amigo, me llevó a vivir a su casa. Yo hacía mi vida normal pero estaba muy en pelotas, no sabía bien para dónde ni por dónde, y me fui a vivir unos meses a la casa de ellos que me dieron una contención muy copada. Conseguí trabajo, me alquilé un departamento. Después empezó todo el kilombo del 2001, justo cuando había empezado a trabajar free lance como diseñador gráfico. Como vivía en un tupper no me había enterado mucho de lo que estaba pasando, pero hasta estuve en la plaza y todo. Me había fundido, no me podía bancar el departamento, me quedé sin laburo, mi hermana me prestó un departamento que tenía en venta en Lomas y empecé a ver la televisión por internet. Sentí que no me podía quedar en mi casa, que tenía que salir a la calle. Pensé: está pasando la historia y no puedo mirarla desde el televisor en mi casa. Fui. Después empecé a buscar trabajo, a hacer changas de lo que venía, un día iba en el subte, vi un montón de gente pidiendo plata y pensé qué loco si pidieran laburo.  Estuve un mes pensando hasta que un día me levanté, hice fotocopias de mi curriculum, fui al subte y los repartí a cada uno de los pasajeros de la línea C, entre Diagonal Norte y Tribunales, a las dos y media de la tarde de un martes. Me miraban todos. Les dije que buscaba trabajo que lo que mejor hacía era eso, que se quedaran con el curriculum y que si sabían algo me llamaran. Todo el subte me empezó a aplaudir. Me gritaban: ¡Fuerza nene! Y conseguí laburo así. Fui pegando después otros más grandes y de a poco empecé a salir adelante. Fueron movimientos muy contundentes a nivel estructural mío que tienen que ver con la energía, para donde uno la genera. Si movés, generás.

¿Hombre o mujer?
Eso es absolutamente subjetivo, yo tengo mi visión y vos la tuya sobre lo que es la diversidad. Para mí tiene que ver con vivencias diferentes y con veinte centímetros de diferencia… ¡jaja! . Si sos hombre, una mujer no te va a penetrar, aunque sí puede hacerlo con un cinturonga, con un dedo o con una zanahoria. En el momento del juego la penetración se resuelve, aunque también se puede tener un sexo maravilloso sin penetración. El erotismo no pasa por el culo, por la concha, por la poronga, pasa por un sentir mutuo, por la piel, las caricias, otras cosas. Si no, sería como los perros, vas, la ponés y no existiría todo el resto.
Uno es responsable de lo que elije, de lo que quiere, de sus deseos. Pero cuando te enamorás disfrutás otras vivencias. Desde el momento en que me hago responsable de esa elección, de estar con alguien, compartir básicamente el cuerpo partiendo de que uno es un sujeto, da igual que seas homo, bi o hetero, da lo mismo. Uno se enamora de la persona no de su sexo. Pero uno se enamora de uno mismo, de su sexualidad, la cosa hedonista de ponerse la sexualidad, después el resto. Por eso digo que cada uno debe ser responsable en todos los ámbitos de la vida. En el social, en la pareja, en el trabajo, la intimidad, la sexualidad, la profesión, que son como partecitas de un elefante que somos nosotros. Si yo voy a construir mi elefante de acuerdo a mi sexualidad tengo un elefante así de chiquitito porque la sexualidad es solo una parte. Encerrarse en la sexualidad para definirse, para mí, tiene que ver con una pobreza de espíritu, de vida, como el chabón que vive con la poronga acá y vive con su mujer y se coje veinte minas y es el más banana porque se cojió a dios y a maría santísima. Es una pija caminando, “vamos a divertirnos”, dice. El sexo no es diversión, es placer y no porque uno no pueda divertirse teniendo sexo, pero no es el Parque de la Costa, no es un partido de fútbol. Se comprometen otras cosas y uno lo empieza a diferenciar cuando es un sujeto, no un objeto.
Después está la fantasía del otro. Cuando uno se encapsula y acepta la fantasía social: el puto no puede negarle el culo a nadie,  la lesbiana tiene que ser marimacho, el macho tiene que ser un semental que tiene que ponerla done pueda. El tipo que se mata por ser macho está atado a su sexualidad tanto como el que se mata por ser puto.
Cuando no me conocía como hoy, y no tenía la profundidad para conmigo mismo, tuve un período de agarrarme de lo que podía para definirme, usaba ropa gay, comía comida gay. Necesitaba pertenecer, tener un lugar de pertenencia. Eso es inseguridad. Silo decía que  la ecología ambiental comienza por el ser humano, cuidarse uno para cuidar el medio ambiente. Trasladalo a lo íntimo. Cómo puedo yo levantar la bandera de la igualdad si soy diferente porque soy puto. Ahí hay una contradicción. Pasa en la sociedad esa contradicción. Te preguntan ¿de qué lado estás? ¡Y qué te importa! Ocupate de tu vida,
Están naturalizados. Y ese es el trabajo que hay que hacer: hay que desnaturalizar.  Ahora hay una ley que lo que hace es intentar desnaturalizar. Eso de “paaaabre, es puto”. O “que lástima que no te gustan las mujeres y te gustan los hombres”, pero te da lástima a vos porque querés sentarte acá arriba y no te doy pelota, te lastima a vos que yo no te dé bola.
Yo soy libre, no me defino a través de mi sexualidad, por eso no soy homosexual, no soy bisexual, no soy heterosexual, soy yo y tengo sexo con quien me caliente, con quien me guste y con quien me enamore.

¿Tuviste novias?
Tuve novias. Todas histéricas. En cambio, el hombre es más par, a mí me hace la vida más fácil.  Claro que existen diferencias entre el hombre y la mujer. Somos bien diferentes. Y todos tenemos una parte masculina y otra femenina. Yo me siento más cómodo con un hombre. Hay cosas que son más claras, sobre todo para el peso que significa socialmente ser el hombre en la relación. Muchas minas que conocí diferenciaban eso. Yo quiero algo más igualitario. No encontré a la mujer que tenga esa libertad. Por ejemplo, conocí mujeres que sabiendo mi historial, porque nunca mentí, eran rompebolas. Como me tenía que definir sexualmente, era mayor la fantasía que tenían que la realidad. Si vos no podes tolerar que yo te elijo a vos, estás vos sola con tu fantasía, yo no  existo. En el momento de formar una pareja, el hombre es más fácil. La mujer piensa cuarenta y ocho millones de veces más que el hombre. No por desmerecer el género pero hay una diferencia. El hombre es más llevadero, y como sexualmente me calienta también un hombre, entonces, menos problemas…
   
¿Somos reemplazables?
Es lo mismo que comparar el dulce de leche con la crema. Me gustan los dos. No me gusta una cosa más que la otra. Tienen diferentes gustos, diferentes texturas con particularidades. Una cosa no reemplaza a la otra. De la mujer me gusta el cuerpo, es más estético, me calienta. La concha siempre es receptiva. Existe la cosa fálica “ahí la meto yo”, pero eso lo puedo sentir también con un hombre. Hay tipos que se enamoran de la concha, no de la persona. Yo puedo disfrutar con los dos. Me encanta penetrar y que me penetre un tipo, y penetrar una mina. Nunca me penetró una mina con chiches eso no pasó.
Hay diferencias anatómicas, la diferencia genital, estética, visual, la piel. Me encanta el hombre peludo, la mujer tetona, femenina, no la Luly Salazar, pero que sea masculina en lo independiente, que no se cuelga de las pelotas del marido, que hace su vida, que entiende que tenés tu tiempo y ella el suyo, entender eso es más masculino que femenino.  Pero hay tipos que tienen concha, que son muy receptivos. Como otros que están llenos de represiones y garchartelós es todo un tema, cierran el culo por más que se mueran de ganas.

Julio Bambill es actor y director: “Me encantaría hacer cine, pero si no tenés un minuto de fama no te dan pelota”
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Julio Bambill

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